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Gran Angular

Punto de inflexión en América Latina, el histórico patio trasero de EEUU

Los vecinos del sur anticipan un regreso de Trump con una política más agresiva e intervencionista en la región

Donald Trump visita el muro fronterizo, en Texas.
Donald Trump visita el muro fronterizo, en Texas.Eric GayAP
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El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca abre interrogantes globales, de los que no se escapa su vecina del sur. Reina la incertidumbre en América Latina ante el inminente punto de inflexión y la gran disyuntiva: ¿significará el regreso a la política del Gran Garrote, esa que implantó Theodore Roosevelt, intervencionista y agresiva, o por el contrario triunfarán el pragmatismo de los intereses comerciales y el aislacionismo?

"Pareciera que se está imponiendo la primera tendencia", avizora para EL MUNDO el historiador Armando Chaguaceda, tras las amenazas contra el Canal de Panamá y la mano dura prometida contra las tres dictaduras de la región, "sanciones de amplio alcance", como adelantó la agencia Bloomberg. El secretario de Estado, Marco Rubio, asumiría el protagonismo de esta estrategia.

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Incertidumbre, pero con antecedentes. "En principio, la política de Trump hacia Latinoamérica será como la del primer periodo: errática. Trump no es un estadista, no es un hombre de tener políticas claramente definidas, es un hombre de instintos básicos, de manera que responderá a intereses circunstanciales. Sus principales objetivos son la inmigración, el petróleo y la oportunidad de hacer negocios para su beneficio personal, al estilo de lo que está sucediendo con Elon Musk y su interés en comprar Tik Tok a los chinos", destaca por su parte María Puerta Riera, profesora de gobierno americano en Florida.

En el tema migratorio, una de sus banderas en campaña, se espera el recrudecimiento en la lucha contra la migración ilegal, con las consiguientes deportaciones, mientras no afecte a la economía nacional. Trump preocupa a los activistas por su criminalización de los emigrantes venezolanos.

Los temores ante la tormenta venidera empujaron a cancilleres y delegados de parte de la región a reunirse esta semana en Ciudad de México para buscar una respuesta común. Los gobiernos izquierdistas de México, Brasil y Colombia no dudaron en invitar al encuentro a las dictaduras que han provocado el éxodo masivo de sus países (casi dos millones de cubanos desde la rebelión de 2021 y los nueve millones de venezolanos que conforman la mayor diáspora del planeta), además de Honduras, El Salvador, Haití, Guatemala y Belice. La apuesta es por una "migración regular, segura y ordenada".

"Después incluso de ser férreos, impensables trumpistas, los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, ahora de la presidenta Claudia Sheinbaum, comenzaron a considerarlo un peligro. En migración, México aún no ha asimilado el tamaño de las amenazas realizadas por Trump; están tan normalizadas que se ven como una realidad inalterable. El segundo o tercer principal ingreso de México son las remesas -dinero que envían los migrantes- y un ligero cambio se convertiría en algo catastrófico, tanto en lo económico como en lo social", acota el analista político Pablo Cícero.

Con el petróleo, segundo objetivo en la agenda trumpista, la realidad de los negocios choca con la supuesta política de mano dura contra la dictadura venezolana. Las presiones del lobby petrolero (la estadounidense Chevron, que produce el 20% de los barriles venezolanos, es la gran beneficiada de los acuerdos de Barbados) favorecerían la postura de negociar con Nicolás Maduro para que reciba a los indocumentados venezolanos.

La complejidad del panorama geopolítico también acecha sobre esa atención inédita que los nuevos funcionarios del gobierno republicano han puesto sobre los vecinos del sur. "Creo que el lente principal que usará el nuevo gobierno estadounidense estará muy influenciado por cómo debilitar la presencia e influencia de China en la región. Luego la primera prioridad, por interés de Trump, serán los asuntos claves en la relación con México: comercio, migración, narcotráfico y seguridad. Con respecto a Cuba, Nicaragua y Venezuela, es probable un endurecimiento y profundización en la utilización de sanciones, con la gran incógnita siendo la política que termine decidiendo adoptar el presidente para lidiar con los migrantes de esos y otros países", contrasta el internacionalista Mariano de Alba.

Trump también prepara el terreno para sus aliados, el argentino Javier Milei y el salvadoreño Nayib Bukele, invitados a la toma de posesión, así como el ecuatoriano Daniel Noboa, que está en plena campaña electoral para la reelección. El último en aparecer en la lista más cotizada es Edmundo González Urrutia, a quien Washington reconoce como presidente electo de Venezuela.

"La invitación a Noboa era predecible, cuando existe un plan definido para Ecuador por el Partido Republicano. Es importante contar con aliados a todo nivel en la región y tiene que ver con el control migratorio, la lucha contra el narco, la dolarización y la influencia de China en la región", desvela Michel Levi, coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales.

También está cantado "el apoyo financiero, político, industrial, tecnológico y de seguridad para Argentina y El Salvador. Se trata del desarrollo de un eje de gobernanza afín al que establezca el presidente Trump", sentencia Levi.